para poder mirar hacia adelante.
Balances, pensamientos
sobre el año que acaba.
Propósitos para el que viene.
Son dos días cualesquiera,
pero cuánto es su peso
en el calendario.
A 2018 le digo
que nos ha lanzado muchas balas
agujerando el corazón.
Nos ha traído sufrimiento,
enfermedad
y duelo.
Si de cebarse se trata,
con nosotros, ya iba bien lleno.
Sin embargo, te diré que
esto tan triste
trajo más apoyo,
más estar cerca,
estar pendiente,
más abrazos fuertes,
saber quién te quiere bien.
Nos trajo muchas lágrimas
unidas a familia y amistad.
Curioso, cómo lo malo,
mueve corazones doloridos
y preciosos.
Y te hace apreciar momentos,
miradas, caricias,
aunque las llores.
Te hace valorar más
a quien está
en ese sofá,
luchando a su manera,
como puede.
Te hace no querer separarte
ni un milímetro.
Te hace abrirte
con quien escucha
y comprende.
Te hace querer infinitamente más.
A todo esto te diré, 2018,
que acabas con algo más de esperanza,
con rayos de luz
que no dejan de sorprender,
con la alegría de lo que puede venir,
con mucho amor del bueno.
Ya he aprendido
que los años pasan
con bastantes de cal
y algunas de arena
pero que suman doble.
Por eso, a ti, 2019,
no te digo
ni te pido
N A D A.
Te esperamos.