Y de pronto
cuando ya no se espera,
cuando remas contra el viento,
cuando no encuentras oasis,
cuando ya ni la esperanza coge número,
y cuando la realidad se da de bruces
a la vez,
contra el techo y el suelo.
Es ahí, de pronto,
que alguien te da un poco de aliento
y calma por instantes la pena.
Aparece un claro de luz
entre tanto oscuro.
En ese momento,
la felicidad te estalla por dentro.
Y te ríes,
entre tanta lágrima.
Es ahí, de repente cuando
piensas que igual,
tal vez,
pueda ser todo diferente.
Esos momentos
en los que crees de nuevo,
no tienen precio.
Yo, éste,
me lo guardo
muy
dentro.
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