Princesa 90,
es más que una calle
y que un portal.
Princesa 90,
es mucho más que aquel helado
de vainilla, mezclado con café,
que tú tomabas.
Princesa 90, es infinitamente más
que las obras del metro que sufriste,
para una comodidad
que tú no pudiste disfrutar.
Princesa 90, tiene acento maño
y la guerra de una mujer
que nació en el tiempo equivocado,
revolucionaria
y demasiado moderna.
Princesa 90, tiene el alma de haber
superado una guerra, de tiempos duros,
de banderas y de vuelos,
de enfermedad,
del dolor más profundo
que, para nada, es natural.
Princesa 90, nunca será solo una calle.
Es recuerdo constante.
Es volver a verte en el sofá,
con tu aúpa al Zaragoza y al Atlético,
con tus "ay, chica, chica",
cuando el mundo superaba
lo que podías asimilar.
Con tu pie balanceándose,
cuando algo no te gustaba.
Con aquellos guiñotes nocturnos
y los aros de cebolla que te encantaban.
Princesa 90,
sabe a exámenes de geografía
que yo siempre suspendía.
Sabe a paseos a la nevera de madrugada,
y tiene un sabor maravilloso,
de llegar tarde,
sentarme en tu cama y contarte mi juerga.
Sabe al "besico" de buenas noches,
que me pedías,
y que yo he ido guardando muy dentro,
para en días como hoy,
saborearlos de nuevo.
Princesa 90, tiene tu alma.
Y me sabe a todo lo bueno,
abuela.