jueves, 21 de enero de 2021

Cuando se dice adiós, pero no.

No sé si existe alguien
que haya salido
por la puerta grande
en una despedida.

Que deje atrás la piel
que le dio calor,
aunque hoy la rechace,
sin extrañarla. 

En una despedida
se va parte de una vida,
ésa que apostó por algo,
que se dejó el corazón,
que lo intentó,
pero no se pudo.

Y aunque antes del adiós
haya malas formas,
dolores inmensos,
reproches, rencores
que destrozan lo que tocan,
no es fácil cerrar la puerta
sin volver la mirada.

El tiempo, duro enemigo.
Colocar todo tu cuerpo
en nuevas estanterías y espacios.
Volver a un caminar valiente 
y saberte persona buena,
que tendrá que compartir peques
con aquella piel que le dio abrigo
en el frío de la noche
o si no se encontraba el camino
y, también, aquella que tanto ha dolido.

A veces una despedida,
se hace mucho más compleja
porque no va a serlo del todo.
Y la prueba de fuego
será poder re-encontrarse
y hacer crecer esas vidas,
que tanto lo merecen.

Sé que ella lo sabe

A veces vuelve despacio
y se agarra a mi pierna.

O vuelve y me 
extiende los brazos
mientras me mira
con esos ojos, que hablan.

O viene, me coge la mano
y me lleva donde quiera. 
Está descubriendo todo
con sus andares,
con sus manos.

Otras  veces vuelve de golpe 
gritando ma-má, ma-má.
Y ma-má cae en pedacitos
a su altura para decirle
"estoy aquí, contigo". 

Y yo, cuando se va,
le voy dejando espacio 
sin perderla de vista
para que cuando quiera volver
ya sea despacio,
extendiendo brazos,
cogiendo mi mano
o de golpe,
me tenga tan cerca,
tan disponible,
que no tenga que 
gastar energía 
en sentir miedo. 

Sé que ella lo sabe
sé lo siente cómo yo
y además a ella le sale solo.
Se regala sin reparos.

Esto que tenemos,
aunque su memoria 
no recuerde,
su piel y la mía
sabrán de todos y cada uno
de nuestros abrazos,
caricias, miradas, 
risas, juegos
y llantos sostenidos.

Quedarán grabados 
y sé que dejarán huella,
y espero que siempre,
siempre, siempre
sepa que su mamá 
va a tener los brazos abiertos
cuando quiera volver.

miércoles, 20 de enero de 2021

A mi cuerpo

Stefan Keller
Stefan Keller
Por todas las veces que huyo de ti,
que corro en tu contra,
que te toco sin cariño,
te pellizco y 
veo tus pliegues. 

Esas veces que extraño,
no sé bien qué, de antes,
pero me aprieta. 

Esas veces que miro la ropa de antes
mientras repito 
que la daré,
pero no.

Esas veces, que cada vez son menos,
pero vienen, siempre vuelven.
Ya se encargan de recordarnos
cómo "debemos" estar.

Y yo, me digo: cuerpo mío,
¿te das cuenta de lo que eres?

Embalaje perfecto,
movilidad, 
vida y 
tacto suave.

Por ti, puedo.

Albergue de vida,
con el vientre rajado
para oír el llanto más precioso.

Eres alimento.
Eres calor.
Eres olor.
Eres consuelo.
Eres porteador.
Eres abrazo.
Piel.
Hogar.
Sostén.
Seguro.
AMOR.

Me doy bandera blanca,
reconocerme en mis marcas,
quererlas y
agradecerlas.