lunes, 23 de marzo de 2020
A la pandemia
Demasiada gente se ha ido ya,
sin despedida.
Demasiadas personas enfermas
y otras que no lo saben.
Tantas otras luchando por quedarse.
Nadie está a salvo,
solo resguardados en casa.
Ese bicho de ahí fuera
qué, sin verse, amenaza
a la humanidad entera.
Nos ha quitado libertad,
abrazos, besos y cañas.
Paseos, salir al sol, la risa
o acudir a la montaña.
Pero, peor aún, nos ha arrebatado
a miles de personas,
sin la última despedida.
No nos deja coger la mano a nuestro enfermo,
acompañarle
y velar a quien fallece.
Este bicho es inhumano,
promotor de dolor y soledad.
Desafío constante a la vida.
Afortunadamente hay
mucha gente haciéndole frente,
salvando vidas y cuidándonos,
con medicinas y atenciones,
volviendo a casa llorando
tras la frenética y triste jornada.
Hospitales llenos, pasillos desbordados,
personal que lo da todo,
frustrado.
Otros nos salvan reponiendo estanterías,
vendiendo comida o medicinas.
Levantando hospitales, donando,
trasladando enfermos,
mercancías o
fabricándolas.
Los que llevan viajeros, hacen comidas,
limpian o controlan que todo se cumpla.
Los que mandan,
que tampoco
dormirán
tranquilos.
A todos G R A C I A S
Qué difícil mantener la esperanza
y aguantar las lágrimas.
Desde el encierro,
ahora sabemos qué es lo importante.
Ahora, desgraciadamente.
No volveremos a ser los que fuimos.
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