Barato y fácil.
Es el escondite perfecto
para escribirlo todo,
para escupir las inseguridades a otros,
las frustraciones,
envidias
o incapacidades.
Barato y fácil
teclear insultos,
menosprecios
bajo el sin escrúpulo
que regala el saberse
detrás de la pantalla.
Sale barato hacer daño
-o pretenderlo-.
Qué fácil invadir a otros.
Tan carentes de
respeto y empatía,
que nuestro mundo
ya no sabe cómo decirnos
que lo mandamos día a día
al infierno,
con todos nosotros dentro.
Mi desesperanza en lograr
que quien no respeta,
aprenda.
Para ellos es tarde.
Mi esperanza es ser fuerte,
sumar y parar de restar.
Tratar de rescatar a cordura,
trivializar el sinsentido,
no dar importancia
y no dejar que nos infecten
aquellos que solo quieren dañar.
Mi esperanza en los pequeños,
que ya no me queda otra.
Que puedan aprender
lo que nosotros no entendimos:
querer y respetar,
a uno mismo
y a todos los demás.
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