Me encantan los domingos
deshaciendo la cama,
asaltando la nevera y
mirando por la ventana.
Sí, esos domingos,
de pijama, manta y
sin reloj.
Café recién hecho,
maratón de serie
y m u c h a calma.
Vale, lo diré.
Que eres tú
quién me encanta,
por pintar
de colores mis domingos.
Les arrancaste la amargura
que en silencio se guardaban
por pasarse de rosca,
por pensar demasiado
y no saber disfrutarse.
Me encantan nuestros domingos
y me encanta cada uno
de los días
de la semana
a
tu
l
a
d
o.
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