viernes, 9 de febrero de 2018

Giros inesperados en la historia

Un autobús me permite
mirar unos cincuenta rostros,
cada uno, con su mochila a cuestas.
Con la mía, cincuenta y una.

Ojerosos y cansados en mayoría,
pero también, los que entran alegres,
sin el frío como excusa,
saludando a las caras conocidas.

El que no se quita el gorro,
la que se duerme al instante.
quien mira, perdido, la carretera,
aquél que está con el móvil
y quienes charlan sin más.

Yo estoy, entre aquellas personas,
que buscan un sitio en pasillo
y se sumergen en la música.
Hoy, como es mi costumbre,
voy con Rozalén,
que me hace mirar más allá
de mi sueño, a estas horas
tan tempranas.

Vidas coincidentes,
en media hora.
Fugacidad,
la misma que tienen
tantas otras cosas.

Ya está, ya hemos llegado.
- Hasta otra, desconocidos.
Sigo con lo mío,
y, cada uno con lo suyo.

Y siento,
la pena que me da,
que al final
haya relaciones que,
acaben igual.



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