Ven, pequeña, siéntate a mi lado.
Como siempre hacemos tú y yo,
y hablemos.
Quisiera ser yo quien te lo cuente,
antes de que te enteres por ahí
y antes de que empiece a dolerte el alma,
sin aviso previo.
Aquí, donde vivimos, nada es justo;
unos tiramos comida y otros,
la buscan en el contenedor.
Cuentan que no hay solución,
pero es mentira. Sí que la hay,
aunque lo fácil es no hacerlo
mientras miramos, cada uno, nuestro ombligo.
Aquí, donde vivimos, reina la mentira,
la excusa y la hipocresía.
Muchos, te dirán una cosa para luego,
hacer, con sutiles movimientos, la contraria.
Aquí, donde vivimos, la gente sufre,
y tu sufrirás, por ti y porque cuando
empieces a cuestionar cosas,
verás que es imposible entender tanta mierda.
Aquí, donde vivimos, hay personas muy enfermas,
perturbadas que, en nombre de cualquier cosa,
matan, asustan y se creen más fuertes
a partir del dolor y el miedo
de las vidas ajenas.
También, cariño, quiero ser yo quien te diga,
que morimos a cada rato un poquito,
a pesar de que el azar de la vida,
hoy nos haya salvado de la locura ajena,
de la enfermedad o de cualquier desgracia
que sí ha acabado con otras vidas.
Siento, mi niña, tener que contártelo así.
Es un golpe en la cara, de los que te dan
con la palma bien abierta.
Vivirás con ese peso, bien lo sé yo.
Es la incomprensión del mundo frío,
inhóspito y oscuro,
por el que nos toca transitar,
y del que, en más de una ocasión,
te querrás "bajar".
Déjame decirte también que,
en ocasiones,
te "acostumbrarás" a la crueldad,
y el egoísmo aparecerá,
cuando vuelvas la mirada,
intentando salvaguardar tu bienestar.
Es algo tan inhumanamente humano...
Lo siento, lo siento mucho.
Prefería contarte yo.
Que lo hago con cariño.
Que hoy estoy contigo.
Que te abrazo mientras lloras.
Que me abrazas mientras lloro.
Y que te quiero.
Todos los días hablamos de lo bonito,
que lo hay, y mucho.
Pero, pequeña, esta parte fea
también ES.
Desahógate, niña mía.
Hoy, yo te protejo.
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