Los abrazos pendientes
no entienden
de metros de distancia.
Buscan,
desesperados
un hueco, la salida
para entregarse.
Falsa calma
en videollamadas,
esperando saldar la deuda:
abrir los brazos
con la medida exacta
que arrope tu cuerpo,
apoyando la cabeza
y que los corazones unidos
se consuelen.
Los abrazos pendientes
no sabrán de relojes
y serán también para aquellos
que se han ido.
Los abrazos pendientes
no quieren fronteras
ni ideologías.
Harán el mundo más bonito,
sin huecos para el odio
o la diferencia.
Pienso dar,
todo lo que soy
en cada uno
de los abrazos pendientes
que tengo acumulados
en la mochila.
Prepárate.
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