Tus botas ya no dan más de sí.
Ten, toma estas, que son de tu talla.
¿No las quieres?
¿No te das cuenta de que no llegarás?
¿No ves tus callos?
Llega un momento en que
si lo que tienes te daña,
es bueno dejar que se vaya.
Y evitar, así, males mayores.
Lástima que no todo sea tan sencillo
como cambiar de botas.
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