viernes, 6 de octubre de 2017

La asincronía de las despedidas

Te pienso todo el rato,
y ya no sé qué hacer.

Te pienso cuando suena el despertador,
y ya no doy la vuelta
para besar tímidamente
tu boca.

Cuando preparo el desayuno,
esta vez, solo para uno.
O cepillo mis dientes,
sin compartir la pasta contigo.

Cuando marcho, rápido
por la puerta y no estás
para decirte "adiós,
que pases buen día".

Cuando vuelvo y no está la tele encendida,
también te pienso.

Cuando miro la estantería vacía,
y el hueco en el armario,
que tendré que llenar
para que no siga hablando de ti.

Cuando en la cama,
no encuentro calor
ni doy con nada que encender.
1,35 es curiosa dimensión,
limitada para dos
e inmensa a falta de uno.

Te pienso sin intención,
Te pienso aún sin querer,
Te pienso sin peros,
sin darle vueltas,
y hasta del revés.

Pienso-te,
como constante.

Que te haya dicho adiós,
no significa, ni por asomo,
que no sigas aquí.



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