del móvil, de la agenda,
y del ordenador.
Nunca llamé a tu casa.
He roto las fotos,
y eliminado los archivos
y álbumes de toda mi tecnología.
Los planes que apuré para nosotros,
los he vuelto a poner en papel,
y los he hecho mil pedazos,
sin quedar nada de ellos.
Tus mensajes diciendo nada,
y los que soñé que enviabas,
han ido y están ya en la papelera,
donde también has acabado tú.
Si te molesta, perdona.
Sólo trato de guardarme a salvo
de volver a saber de ti,
de que retorne tu aroma
sin aviso,
y de volver a perder lo jugado.
Que nadie se atreva a decirme
que esto no es un gran avance.
Y lo sé, no puedo engañarme,
Queda lo más difícil:
olvidar tu teléfono,
borrarte de las fotos,
que guardo archivadas en el corazón,
no preguntar por ti,
ni buscarte en las miradas,
ni a mi lado en el metro.
No tengo nada de ti
y sin embargo
aún queda todo.
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