Se acabó.
Como tantas otras historias acaban.
Esta vez te ha tocado a ti,
es la tuya la que toca fondo.
Lo has visto venir,
no pudiste mantener a flote,
aquello que ya empeñaste
desde los comienzos.
Te dirán,
que lo que mal empieza
no suele tener final de cuento.
Te podrán decir que lo intentaste,
que lo diste todo, y perdiste.
Te dirán que pasará,
que encontrarás nuevas ilusiones
ésas que a ti siempre te hacen falta.
Sin duda, te dirán que estés orgullosa,
que lo hiciste y esquivaste, con ayuda,
infinitas zancadillas.
Te dirán...todo lo que quieran,
para intentar consolar la pena.
Y se agradece.
Pero, amiga, el final es tuyo.
Tú lo has guisado,
igual que, al principio, le echaste
a ese mismo guiso,
toda la ilusión que te cabía,
toda la que tenías,
y aquella que vendiste, también.
Pero, amiga, se acabó.
No puedes sacar más jugo.
Quedó seco.
Y tienes que decir adiós.
Aunque cueste y duela.
Despedirse como virtud,
de no quedarte pegada
a lo que puedo ser y no fue.
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