Nuestros dedos, entrelazados.
Tus ojos, clavados en mi pecho.
Tus labios, en mi ombligo.
Tus piernas, robando la respiración a las mías.
Tus brazos, que me envuelven como nunca otros han hecho.
Te hablo, al oído.
Me deslizo, por tu cuello.
Paramos el tiempo al compás.
Y veo este puzzle, de tu vida con la mía,
que nos brinda, a cámara lenta,
el más bello paisaje.
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