Aprendes tarde
que si una puerta está cerrada
- pero muy cerrada -,
no vale la pena probar mil llaves
e intentar que se abra a golpes de llanto.
Aprendes, tarde,
que igual al lado hay otra,
que no necesita llave,
que se abre a tu paso,
porque lleva mucho esperándote.
Y llegas a rastras a esa puerta
apoyándote en los codos.
Llegas con el corazón en un puño,
la piel en carne viva,
y el vacío que te acompaña.
Aprendes, que esa puerta,
abre un mundo a tu paso.
Y empiezas a levantar el alma,
a recuperar la energía
que le diste a una puerta,
que no la merecía.
Aparecerán muchas más puertas,
de los dos tipos.
Ojalá recuerdes estos aprendizajes,
y no empeñes tu vida,
en lo que no vale la pena.
Te lo digo a ti,
porque yo no sirvo de ejemplo.
Aún no he aprendido la vida.
Por ahora.
Imagen extraída de https://blogdefrases.com/por-que-conformarse/
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