Recuento el calendario
cada vez que llega el día.
Dualidad normativa,
ley de mi vida.
Suerte de aquella siesta de agosto
que me deja contar mis primaveras.
Suerte de seguir creciendo
y de hacerlo con vosotros.
Me gusta celebrar la vida,
aunque si me sincero,
prefiero hacerlo cada día
en lugar del día 'obligatorio'.
No sé por qué,
ni yo misma lo entiendo.
A partes iguales: alegría y tristeza
y debiera ser todo la primera.
Soy igual que el día anterior,
que con un año menos
no me cuestionaba la vida.
Manejo cierta pena de no poder
volver a vuestros brazos
y vivir todo de nuevo
para exprimir más vuestros besos.
Crecer es que la vida pasa
y quisiera echar el freno.
Crecer, duda constante
y el acecho de mis miedos.
Exigencias, buscar todas las respuestas
sin tener nada claro las preguntas.
Es la consciencia
de la pena y la fiesta.
Echar de menos,
añorar.
Y alguna vez 'echar de más'.
Levanta la mano mi rareza
por tener sentimientos
que se chocan,
cuando el calendario me recuerda
que sumo un año más
a la experiencia.
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