viernes, 19 de mayo de 2017

Que me digan cómo se hace

Shhhh...
Ya les estoy mirando,
otra vez.

Es un vicio encontrarse de cara al amor,
con la palma de la mano boca arriba,
que se regala, rebosante de cariño,
por la vida vivida y compartida.

Les miro, re-miro y descubro
que no se quieren con prisas,
ni con exigencias egoístas.
Ellos, qué duda cabe, se aman.
Con mayúsculas, pero sin ponerlas,
que no les gusta alardear.

No llevan la cuenta,
ni tienen en la mesilla de noche,
la caja de reproches.
Ellos, no guardan esas cosas,
han perdonado si hubo daños.

Se cuidan más bonito que a uno mismo,
y no, no lo dicen en alto.
Tampoco piden factura de los favores realizados,
ni supone esfuerzo estar callados.

Conocen 'al dedillo' cada marca de sus cuerpos,
las bonitas y vistosas,
las que intentan esconder
e incluso, aquellas que no les gustan
pero han sabido querer.

En sus miradas, no hay escondites,
porque se les transparenta el corazón.

Sus pupilas, bien lo saben,
no dilatan como antaño,
y ya no se encuentran como lo hacían,
batiendo en duelo a la rutina con las manos.
Pero, sus pupilas, siguen brillando,
y sólo están a salvo cuando convergen,
cómplices,
cada día, a cada rato, en cada reflejo.

También se enfadan,
y se cansan.
No sé cuánto habrán llorado ni pasado,
pero sí que sus cimientos no han tambaleado.
Aunque si lo han hecho, sólo ellos lo han sufrido,
y han logrado salir reforzados.

AMOR,
-yo sí lo pongo en mayúscula-,
lleva sus
nombres.

Suerte la mía de tenerlos hoy,
para seguir aprendiendo
y me sigan enseñando
cómo se hace.

Porque yo lo que quiero,
es que tú y yo,
podamos
amar-nos
así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario