viernes, 7 de abril de 2017

Este lugar llamado mundo

Tengo impulsos de cambiar el mundo. Sí, sí, así como lo escribo.

Me ocurre cuando empieza a rebosar la basura, ésa que voy acumulando en mi cubo,
uno que se encarga de soportar fealdades, las que ocurren por aquí y por allá, cerca y lejos. 

No sé si tu tienes un hueco parecido. Yo, el mío, lo descubrí hace algún tiempo, y siempre hay algo que hace que salte por los aires. Cualquier gota colma el cubo.

Yo, voy notando, cómo sube, al descubrirme con cierta indiferencia al pasar, sin apenas mirar, a quien pide en la calle. 

Lo noto, cuando la televisión me muestra imágenes horribles y yo sigo con mi cena, tras un "qué mal va el mundo". 

Sube por la garganta, cuando acepto que ocurra lo injusto y, también, cuando pienso sólo en el viernes.

Empieza a arder ya en la boca, cuando el egoísmo me impide ver más allá, teniendo todo a mi alcance. Y cuando siempre quiero más de lo que no necesito. Es la prisa, el ansia, el ritmo que ayuda a no parar en lo importante. Saberlo y no hacer nada.

Y, con tanta y variada mezcla, estalla. 

Voy a cambiar el mundo, y se me ocurren un montón de acciones que sólo callan, por un rato, mi conciencia. 

Trato de ser portadora de todo lo bueno a mi alrededor,... y recuerdo fuerte eso de "aquí y ahora". 

Aguanto así lo que puedo, que siempre es poco, la verdad.
Porque no, el mundo no cambia,
ni lo hacen las personas,
por querer tú que lo hagan.

Y, desvanecen mis ganas. 
Triste, me siento, atravieso el corazón, y vuelvo a abrir el cubo de la basura.

No sé si de tantas veces que lo abro y lo cierro, sigo siendo la misma.

O no.

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