y caminar sin miedos ni culpas.
Mi varita ha arreglado el mundo.
Alzándola y con las palabras adecuadas,
ha hecho estallar el amor en las calles,
se acabaron los bancos por colchones
y los gritos de todos los hogares.
Ha llamado a la lluvia, al frío y al viento,
y traen consigo la sonrisa por bandera.
Ha llevado la justicia, la de verdad,
la que todos merecemos,
a cada rincón de la tierra
que se ha vuelto paralela
en vez de circular.
Ha quitado lo robado
y lo ha devuelto todo a su lugar.
El poder, ya no lo tiene nadie
y dueño cada uno de su vida es.
No hay fronteras,
solo vidas,
que ya se cuidan bien,
pues ninguna alza la voz
y todas tienen su lugar.
La felicidad ya no es quimera,
puesta está como sombrero.
Los niños solo juegan,
están llenando los parques
del sonido más bonito de la vida.
Las armas a la basura,
y las basuras ya no existen,
ni los malos humos,
ni el rencor hacia el ajeno.
Se acabaron los daños,
la maldad y el criticar.
Llegó la paz,
explotó la vida.
¡Qué cosas! Y yo...
voy a enmarcar mi varita,
que me recuerde
lo fácil que es para ella
cambiar el mundo.
Voy a poner un poco más de mi parte,
a ver, a ver, que logro.
Se acabaron los daños,
la maldad y el criticar.
Llegó la paz,
explotó la vida.
¡Qué cosas! Y yo...
voy a enmarcar mi varita,
que me recuerde
lo fácil que es para ella
cambiar el mundo.
Voy a poner un poco más de mi parte,
a ver, a ver, que logro.
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