Me llevas.
Mi rumbo está en tus manos
y van directas a ninguna parte.
Me llevas.
Como un caballo salvaje lleva a su jinete,
haciéndole creer que es él quien lo maneja.
Me llevas.
Como al copiloto somnoliento,
que no sabe cómo ni cuándo llegará al destino.
Me llevas.
Como a niña en cochecito,
entregada a las manos que desde arriba la dirigen.
Me llevas.
Y me dejo.
También llevo yo la dirección,
que a veces no tiene asistencia
y pierde los horizontes sin miedo.
Me llevas y llego.
Entonces, por unos segundos, paro.
Todo se limita.
Te miro.
Y nos quedamos,
a matarnos en
abrazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario