es del miedo.
Me volvió del revés
y reflejaba mi peor parte.
El miedo
que me apoca, me encierra,
me muestra en mil espejos
para que pierda la realidad,
sin reconocer ya quién soy,
en qué punto me encuentro.
El miedo corre
y me pilla.
No hay huida posible,
conoce bien cada uno
de mis escondites,
esos recovecos
que creí que alguna vez
me salvaron.
El miedo gana
y se acepta.
Yo pierdo.
Y duele.
Punzada que
ataca el corazón y se
asienta justo ahí,
en el hueco entre los pulmones,
y se queda
para que cueste
echar aire, renovarlo.
Se enquista y se hace nudo.
El miedo sabe bien lo que me hace,
y juega a dejarme libre,
pero no.
Siempre rebrota,
igual que la ceniza
se reaviva
al menor movimiento.
No tengo soluciones,
solo pasaba a charlar
con el miedo,
que lo tengo aquí delante
y me cuesta tratarle de tú.
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