Yo soy conmigo.
Sólo.
Sin mí no podría ser.
En este caminar que me ha tocado,
muévo-me yo en mis extremos.
Vagando entre euforia y tristeza,
entre el control absoluto y
el descontrol total,
si quien lo decide es mi debilidad.
Debilidad que me culpa,
me hace pequeña y temblorosa.
Debilidad que escupo en la cara de otros
(no, no lo merecen)
y se refleja en mis cicatrices.
Debilidad que duele,
que no quiero aceptar,
pero está
y no la puedo negar.
Debilidad que es conmigo
aunque la rechace y no quiera aceptarla.
Debilidad que, muchas veces, me da asco,
debilidad maldita.
Digo que 'ya no más' y re-apareces,
mandando a la basura mis esfuerzos.
Y siempre quisiera cambiarla,
una vez que ha hecho sus estragos,
tarde.
Otra vez.
Tarde.
Esta miseria también soy yo.
Quizá todos tengamos una.
O no.
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