Deberían juzgarte
por incurrir en el delito de omisión de socorro.
Y es que no quisiste acudir
al silencio de mis gritos llamándote.
No tendiste tu mano,
cuando viste que la mía se estiraba para alcanzarte.
Huíste de mis ojos,
clavados siempre en ti.
Mi boca susurraba tu nombre
y tú, tapándote los oídos.
Me dejaste ahí, tirada,
no queriendo atender a mi corazón moribundo,
y yo mirando tus pasos cada vez más alejados.
A partir de ese momento,
entré en una especie de coma profundo,
encefalograma plano incapaz de pensar,
siempre comparando,
siguiendo en la distancia tu vida de cuento de príncipe.
Nadie ha podido, aún, recoger los restos que dejaste.
Yo, pues, te condeno.
por incurrir en el delito de omisión de socorro.
Y es que no quisiste acudir
al silencio de mis gritos llamándote.
No tendiste tu mano,
cuando viste que la mía se estiraba para alcanzarte.
Huíste de mis ojos,
clavados siempre en ti.
Mi boca susurraba tu nombre
y tú, tapándote los oídos.
Me dejaste ahí, tirada,
no queriendo atender a mi corazón moribundo,
y yo mirando tus pasos cada vez más alejados.
A partir de ese momento,
entré en una especie de coma profundo,
encefalograma plano incapaz de pensar,
siempre comparando,
siguiendo en la distancia tu vida de cuento de príncipe.
Nadie ha podido, aún, recoger los restos que dejaste.
Yo, pues, te condeno.
precioso...
ResponderEliminarMe asusta el tamaño del castillo de naipes que construyes. Es muy, muy, muy alto.
ResponderEliminarGus! Ya sabes que soy un poco (o mucho) coplera! :) Gracias por leer!
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